2 de julio de 2010

Presentación del libro en Córdoba


En medio de la banalidad de las discusiones actuales sobre las drogas, que no alcanzan a constituirse en un debate, en medio de la mediocridad generalizada, de la repetición interminable y el aburrimiento, en medio de los disparates cientificistas, Ernesto Sinatra nos ofrece en esta continuación de su trabajo una versión renovada de la orientación lacaniana, en el fangoso tema de las toxicomanías.

Las tesis centrales que sostienen este libro: la toxicomanía generalizada, la función del tóxico y la soledad globalizada, inciden allí donde se cruzan el psicoanálisis y la hipermodernidad, y son parte de los aportes singulares de Ernesto Sinatra a una elaboración colectiva que se mantiene vigente desde hace 20 años en una red internacional, la Red TYA del Campo freudiano (Toxicomanía y Alcoholismo).

Es un logro de esa elaboración colectiva, que sus desarrollos, entre los que se destacan los que Ernesto Sinatra presenta en este libro, han pasado progresivamente a ser utilizados usualmente como referencias conceptuales para orientar las prácticas y comprender las problemáticas en juego; y constituyen la diferencia que inscribe la Orientación lacaniana en este tema complejo.

Ustedes podrán leer en este libro los enredos, los esfuerzos, las trampas y las soluciones que Sinatra recoge de su práctica y de su lectura de la actualidad. Desde la felicidad química suministrada en grageas, hasta "los reproches de las nuevas patronas"; pasando por el goce de la muerte del toxicómano empedernido, los infortunios del amor, y otras figuras de la actualidad, desfilan las formas en que brilla la infelicidad humana en nuestra época.

Del Prólogo de Mauricio Tarrab


Entrevista al autor realizada por Jorge Castillo - Coordina: María Marta Arce - Viernes 25 de Junio 20:00hs – Barcelona Bar – Caseros 45 - Invita: EOL Sección Córdoba

Texto presentación de la revista en el Museo Caraffa y Fotos!


“Pharmakon” es la prueba viviente de que los grupos e instituciones de Toxicomanía y Alcoholismo del Campo freudiano conforman lo que hemos llamado una red TyA de carácter internacional. Esta red no es sólo un espacio virtual de intercambio y difusión sino que es un tejido que toma cuerpo cada vez que se publica una de sus revistas.

Diría que podríamos encontrar en cada una, desde la primera, allá por el año 1994, hasta esta última, la número 11, una misma pregunta que se sostiene cada vez: ¿Se puede psicoanalizar a un toxicómano? O, concretamente, tal como lo pregunta Pierre Malengreau en su trabajo en este número: “¿qué puede el psicoanálisis cuando se encuentra con un sujeto que reduce su subjetividad a un modo de gozar?”.

Es interesante porque se trata siempre de una misma pregunta que se sostiene a través del tiempo independientemente de la evidencia de que cada vez más psicoanalistas atienden toxicómanos. Y esto último, no se debe al simple hecho de que haya más toxicómanos (lo cual puede ser muy discutible, si sostenemos la necesaria diferencia entre consumidores y toxicómanos) o al hecho de que haya más psicoanalistas trabajando en instituciones. Estas serían sólo razones de estadística. Existen otras razones. Hoy, a diferencia de 1994, ya es un hecho que el psicoanalista de la orientación lacaniana no sólo tiene algo para decir acerca de las toxicomanías sino que además da cuenta de los efectos que su práctica clínica tiene con ellas. Esto ha tenido consecuencias: el psicoanalista cuenta en la actualidad con transferencias sólidas del Otro social, es convocado por instituciones públicas o privadas ya sea para conformar ateneos clínicos, para controlar casos, para dictar conferencias, seminarios…en fin. Esto pasa hoy en Córdoba y en muchísimas otras ciudades del mundo. Y sin embargo, y esto es lo curioso, la pregunta se sostiene: ¿Cómo operar con la toxicomanía?

Quizá este sea el secreto del éxito. Y no quisiera ser imprudente al hablar de “éxito” porque si algo debemos reconocerle al psicoanálisis de la orientación lacaniana es su prudencia, incluso su modestia. Es que muy a diferencia de otras prácticas y muy a contrapelo de lo que se cree, el psicoanálisis sostiene desde siempre que la toxicomanía es una solución. El mismo Freud reconoce que la “intoxicación” es uno de los métodos más eficaces contra el sufrimiento. Esta eficacia de la toxicomanía cuestiona profundamente la práctica del psicoanálisis. Mauricio Tarrab, en su excelente trabajo publicado en este número, dice que se trata de una “quimera”. Lo cito: “La eficacia del psicoanálisis en la toxicomanía tiene este toque de imposible que cada uno de ustedes, si ha estado allí, conoce. Por el contrario la eficacia de la toxicomanía está plenamente demostrada y no ha sido necesario esperar a la hipermodernidad, ni a los fracasos terapéuticos de todo tipo para saberlo.” El Psicoanálisis reconoce entonces, ese “toque de imposible” y es justamente esto lo que hace que esta práctica no caiga en la impotencia de otras y sostenga la pregunta acerca de las toxicomanías en el terreno de lo que el reconocimiento de lo imposible vuelve posible.

Ahora bien, tenemos un automatón, esta pregunta que insiste siempre y cada vez: ¿qué es lo posible frente a lo imposible de la toxicomanía?, pero tenemos una tyche. Cada Pharmakon tiene su singularidad, su estilo, su espíritu, diría. Esto salta a la vista ya desde el modo de presentación. No hay un diseño igual a otro, cada una tiene su tamaño, su forma, sus ejes, sus temas, su título. Incluso algunas se editaron en Argentina, otras en Brasil y otras en España. Entonces, si cada una es cada una, qué podemos decir de esta que lleva por título: El lazo social intoxicado?

Diría que basta con que lean los casos que aquí se presentan, para ubicar algo muy particular. El trabajo de Nicolás Bousoño, Ana D’Andrea y Gabriela Gorodneff, colegas de Bs.As., presenta el caso de H. alguien que sin lugar a dudas está a próximo a morirse, en un estado de total abandono, consumiendo paco en forma diaria. Y resulta que a partir de una denuncia judicial, se ve obligado a consultar en una institución pública. Y lo interesante es que a pesar de que H no consigue sostener su asistencia y se niega a internarse y a todo lo que le ofrecen, a pesar de esto digo, no se niega a hablar. Y así es que cada vez que lo denuncian, va a su consulta y algo dice. Hasta que por fin una vez quiere algo más que eso, una mañana aparece durmiendo en la entrada de la institución y pide internarse para desintoxicarse y al cabo de un tiempo pide todavía más, ahora quiere internarse en una comunidad terapéutica. La pregunta es ¿qué pasó en el medio?, entre un pedido de consulta que sólo quiere zafar de lo judicial, y otro que quiere comenzar a un tratamiento.

Guy Briole, de Barcelona, nos presenta el caso de Blanche, una “loca peligrosa” como ella misma se define, que consume lo que venga y que se entrega al primero que pasa. También Blanche se quiere morir, las hospitalizaciones para reanimarla de sus comas, las tentativas de suicidio y los accidentes en auto, son cosas de todos los días. Cree que morirse sería lo mejor para su marido, que a pesar de todo no la deja y cuida de sus dos hijos pequeños, y para su madre, una distinguidísima señora que tiene que pagar muchísimo dinero por sus tratamientos en las clínicas más caras y tiene que soportar los pasajes al acto de su hija cada vez que organiza una fiesta.¿Qué es lo que permitió que después de varios años de trabajo, con oscilaciones y rupturas, Blanche haya encontrado un medio para ir contra ese goce mortífero que la invadía?

Carmen Conca, de Zaragoza, nos presenta a Clara, una chica de la calle, consumidora de porros, ácidos, cocaína y heroína que a partir de su tratamiento puede reconocer que lo que más quiere en la vida es “ser normal”. Esto pasa para ella por no consumir drogas ni terminar loca como su madre, diagnosticada de esquizofrenia.

Despina Andropoulou de Athenas, nos presenta a Nicos. Un vagabundo que ha pasado de la calle a la cárcel, de la cárcel a viajar por Europa y de allí de nuevo a la cárcel y que finalmente ha encontrado un lugar fijo, un centro de día donde concurre diariamente para organizar su día y tomar sus medicamentos, lo que permite que sus grandes esfuerzos para abstenerse de las drogas y alejarse de este modo del antro de toxicómanos, no sean en vano.

Digamos entonces, que si la vida y el deseo de ser vivida tienen como condición que el objeto, eso que por estructura está perdido y no puede reencontrarse, se ubique en el campo del Otro y eso justifique que haya una razón para salir del Uno y hacer el esfuerzo de ir al Otro, lo mortífero en cambio, aparecerá con toda su furia cuando esta condición de imposibilidad se niegue, cuando la distancia necesaria con el objeto no se logre. Allí el goce mostrará su cara más inhumana. Y de esto pueden dar cuenta H, Blanche, Clara, Nicos y tantos otros.

Esta Pharmakon reúne una serie de trabajos que ponen en evidencia hasta qué punto el discurso dominante se hace cómplice de la pulsión de muerte alimentando la utopía de que hay un objeto a la medida de cada sujeto. Y sin el mínimo tenor apocalíptico ni nostalgioso, estos trabajos nos enseñan cómo el psicoanálisis juega su apuesta hoy, en este terreno. Y, ¿cómo lo hace? Permítanme que tome, en este punto, tres citas que considero responden de un modo muy preciso a esta pregunta.

Pierre Malengreau (Bruselas), en su trabajo titulado “Clínica del toxicómano” dice lo siguiente: “El psicoanálisis no promete ninguna reconciliación con lo inhumano que hay en nosotros. Tampoco pretende prohibir este goce por normas, ni domesticarlo por la moral. Propone a un sujeto enteramente metido en su propio goce, tratarlo por vías menos cortas que las que ofrece el consumo… Se trata de pasar del consumo a un modo de tratamiento del goce que lo haga más humano…y la única manera de hacerlo más humano consiste en referirlo al lenguaje y en darle una forma sintomática.”

Alfredo Zenón (Bruselas), nos presenta un trabajo que con una claridad fuera de lo común nos introduce en la noción de síntoma y en el rol que este juega en el lazo social. Y dice: “En el horizonte de esta noción extendida del síntoma, hay pues la intención de un cambio de régimen de eso que no cambia, aquella de llegar a manejar de un modo diferente, en una dimensión más alejada del pasaje al acto y más cerca del semblante, eso que permanece igual, a saber lo real pulsional.”

La tercera, la encontré en el trabajo que presenta Mauricio Tarrab, quien como les contaba, se ocupa aquí se poder ubicar cuál es la eficacia del psicoanálisis frente a esta eficacia comprobada de las toxicomanías, y a modo de conclusión dice: “La eficacia de la operación freudiana obtiene del desciframiento la clave del síntoma; sin embargo fracasa en conmover estos nuevos síntomas de la época, que rechazan el inconsciente y prescinden del Otro. A mi juicio no hay ninguna eficacia en el desciframiento de la anorexia, ni de la intoxicación. Eso no se descifra. Hay que producir un corte en su funcionamiento, en una operación que está más cerca del padre traumático que del padre simbólico para que lo que se realiza como goce se enrede en esas pocas hiladas de goce- sentido y pueda tomar una nueva orientación.”

Para terminar quisiera destacar especialmente tres trabajos que salen de la serie en la que podríamos reunir todos los otros: la cuestión de la época y la respuesta del psicoanálisis frente a esto. Estos, en cambio, transepocales, si me permiten la expresión, apuntan más bien a algo central, nodal, a lo que no cambia. Uno de ellos, es el trabajo de Fabián Naspartec, que hace un recorrido para diferenciar la alucinación en la intoxicación de la de la psicosis, ofreciéndonos precisiones muy valiosas. El otro, es un trabajo de Sandor Ferenczi de 1911 acerca del alcoholismo. Allí responde, de una manera apasionada, a las duras críticas que Bleuler le hace a raíz de un artículo en donde Ferenczi intentaba probar (recurriendo a la estadística y al psicoanálisis) que cuando a un sujeto se le saca el alcohol puede enfermar mucho peor de lo que estaba. Pasar del alcoholismo a la histeria de angustia o a la demencia precoz, dice, es un problema que se soluciona con otro. Los invito a que lo lean porque dice cosas muy vigentes y porque prueba que su autor se trataba de alguien que investigaba al ras de la clínica.

Finalmente, unas palabras acerca del trabajo de nuestro invitado, Luis Salamone, que se titula: “A través del humo”. Luis, recupera el testimonio de tres fumadores, Freud, Pierre Rey, el periodista español Vicente Verdú, y ubica allí, algo sin duda del orden del hallazgo: comprueba que fumar puede estar al servicio de la resistencia, que el cigarrillo permite levantar una barrera de humo. Lo que iría a favor de lo que Lacan le dice a sus alumnos en una clase del Seminario “El acto analítico”, y que Luis usa como epígrafe de su trabajo: “…es preferible tomar notas que fumar, incluso fumar no es buen signo en cuanto a escuchar lo que digo. No creo que se pueda escuchar bien a través del humo”

Leí dos veces este trabajo de Luis, la primera vez estaba de vacaciones, sentada muy cómodamente con un cigarrillo en la mano y les confieso que me sentí un poco molesta. La segunda en cambio, tuve la precaución de no fumar, y tuve la impresión de haber logrado una lectura más acabada, más intensa. ¿Estaría ya un poco sugestionada por lo que Luis propone aquí? Puede ser, el efecto de la transferencia que implica creer en lo que el otro dice, tiene algo de ese orden. Pero lo interesante, más allá de esta confidencia, es la posibilidad de subjetivar algo del hábito de fumar, un hábito que puede volverse tan mecánico que ni te das cuenta, pero que, al tratarse de un hecho en donde el goce se pone en juego, resulta interesante abrir un interrogante.


Liliana Aguilar - Comentario en la presentación de Pharmakón







Presentación de la revista Pharmakón en Córdoba e inicio del Seminario teórico-clínico del TyA Córdoba